El calor penetra tu cuerpo, gotas de sudor frío recorren tu frente y tu cuello y el silencio se rompe únicamente por el palpitar de tu corazón que sientes perfectamente en las sienes... Juraste que no lo volverías a hacer pero aquí estas de nuevo, agarrado a una pistola de agua y defendiendo tu posición... Un silbido te da la señal y comienza la batalla...